Entre el panorama sombrío, bajo la lluvia y entre tumbas, Tim Burton decidió dar una platica en el corazón del Panteón Civil de Dolores.

En una capilla de dicho cementerio en donde yacen los restos de figuras históricas como son Diego Rivera, Rosario Castellanos, Mariano Azuela, Gabino Barreda y David Alfaro Siqueiros, fue el escenario ideal para que el cineasta estadounidense decidiera compartir su visión artística a decenas de asistentes que, como él, en algún momento de sus vidas se sintieron fuera de lugar.

“Podríamos tener algo espiritual aquí. Me encanta venir a la Ciudad de México porque hay una gran sensación. Como dije, crecí en Los Ángeles, donde hay un Día de Muertos y la cultura mexicana, sus personajes y demás me impactaron mucho. Realmente sentí que el arte y la creatividad son inspiradores aquí”, expresó Tim Burton al inicio de la charla, la cual se llevó a cabo frente a una capilla.

Sin embargo, antes de tomar el micrófono, Burton caminó sobre un pasillo iluminado con velas a los costados y rodeó la glorieta de la capilla, una escena que parecía ser sacada de una de sus tantas películas. Visitó lugares como Tepoztlán y Xochimilco, por lo tanto, esa conexión simbolica mexicana lo retomó durante toda su máster class.

Pese a su nacionalidad, el cineasta siempre ha tenido un vínculo emocional con símbolos relacionados con la muerte, la vida después de la misma y el monstruo como una figura incomprendida.

Durante la charla, comentó que él creció viendo películas de monstruos, rodeado de libros de Roald Dahl y del cine de Vincent Price, quien más adelante narraría uno de sus primeros cortometrajes.

“Siempre me identifiqué con los monstruos. Todos les temían, pero ellos eran los personajes más emocionales de las historias. En cambio, los humanos eran como los aldeanos en Frankenstein: sin rostro, sin nombre”, dijo el cineasta de 66 años de edad.

Para Burton, los personajes “raros” siempre fueron un espejo, debido a que se sentía conectado con criaturas tristes, sensibles y ajenas al mundo que habitaban. Es por eso que no es de sorprenderse que sus películas como “Frankenweenie” o “El joven manos de tijera” sirvieran como un refugio emocional para generaciones de fans.

El director también comentó que tiene rituales estrictos para sus procesos creativos, pues siempre lleva con él una libreta con dibujos o ideas, las cuales en ocasiones están inspiradas en algún perro de la calle o incluso un gesto de una persona: “Si me dejo sentir, las ideas llegan”.

“No me gusta categorizarme. Como artista, lo mejor es hacer lo que haces. Que los demás digan lo que quieran”, expresó.

Por otro lado, sobre su exposición dijo que no solamente es una muestra de su obra, sino una representación fragmentada de su mente.

“Cada cuarto del laberinto es como una parte de mi proceso creativo. A veces un dibujo se vuelve personaje. A veces, nada. Pero todo está ahí, latiendo”.

Durante la charla hubo momentos de humor y emotivos, sobretodo en un momento que una fan recitó un poema con estilo de calaverita literaria sobre un personaje llamado el Lagrimón.

“Eso es muy hermoso”, dijo luego de escucharlo. Poco después, una joven con espectro autista le regaló una muñeca hecha por ella misma.

Por lo que el director de cine lo recibió con calidez y pese que había dicho que no se tomaría fotos y tampoco firmaría nada, se levanto y lo hizo con gusto.

Bajo la tenue lluvia, sin refugiarse bajo algún paraguas, finalizó con una broma lúgubre.

“Gracias por venir a mi funeral”, dijo. Sin embargo, más que parecer incómodo el comentario resultó encajar con el momento: bajo la noche lluviosa y entre lápidas, Tim parecía sentirse cómodo en el camposanto.

Fuente: El Universal